LOS MOTIVOS DEL ESCRITOR...
Los resortes que mueven a un ser
humano a escribir historias, en veces son evidentes, las más están
disimulados en su alma... Tal vez y digo tal vez porqué en la
relatividad de un arte no caben verdades absolutas, el escritor está
insatisfecho con las realidades cotidianas de su entorno y es en la
escritura donde encuentra las formas y las maneras de cambiarlas a su
antojo, de convertirse en un dios (Así en minúsculas) creador de un
cosmos particular, de sus integrantes y
al igual que esos dioses de la "d" minúscula sufrir al parejo los
avatares de sus personajes, porqué la escritura se goza y se sufre en
partes parejas, en una suerte de equilibrista que va por la cuerda floja
de la hoja en blanco, equilibrando la pértiga del gozo y sufrimento
mientras los personajes cobran vida, personalidad propia, sueños,
riquezas y miserias en su actuar.
No hay en el mundo un buen escribiente que antes no haya sido un buen
leyente, hay que tener las alforjas llenas con mil vidas leidas, veinte
mil palabras y dos mil trescientas frases, para lanzarse con cierta
ventura en ristre en el empeño de darle vida y alma a un personaje sobre
una hoja de papel... Pero lo anterior no ajusta, hay tambien que haber
vivido los verbos a plenitud, amar como un Romeo, comer como un
sibarita, sentir el encabronamiento del bravo en las tripas, ese que
corta de un tajo cualquier razón, desear como un potro encabritado que
ha olido el celo de su hembra, temer, sufrir como esos condenados a
muerte e inclusive sentir ese sufrimiento bravo de algunos condenados a
vida...
Los motivos del escritor son variopintos, algunas plumas
mercenarias quieren fama, fortuna, aplausos, así como para contruir con
ellos un ego inmenso al que subirse y del cual saltar para suicidarse
cuando cesen los aplausos... Otras plumas bailan sobre el papel como un
vicio (Benditio vicio) una necesitad brava e irremediable del alma de
plasmar palabras para preservarlas del olvido, recuerdo que alguna vez
un cierto vicioso de las letras que por cierto lo vi hoy por la mañana
en el espejo de mi baño mientras me rasuraba, que al llegar una idea no
tuvo papel ni pluma donde escribir, pero en la casa donde pernoctaba
había una construcción y así que consiguió un cabito de lapiz rojo que
afiló con un cuchillo y arrancó unos costales de cemento para usarlos a
guisa de papel...
Los motivos de este escritor, lo confieso es
el vicio, el vicio de escribir... Bendito vicio al que me espero dedicar
de punta a cabo este fin de semana
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