Recuerdo una carta pública del señor Atayde de hace una década, (Que por cierto es padre de una amiga de mi cuñada, una gente muy linda, contadora del ITAM) en la que le reclamaba con justa razón a varios columnistas que se referían a unos recientes desmanes en la Cámara de Diputados como "Un Circo" y palabras más, palabras menos esto es lo que recuerdo contestó molesto pero firme el dueño del circo del mismo nombre:
Ustedes se refieren a los pasados eventos bochornosos de la Cámara de Diputados "Como un Circo", cosa más falsa, el circo es una empresa que requiere por parte de todos sus miembros coordinación, sacrificio y una increible disciplina de todos y cada uno de sus miembros, la logística para montar un espectáculo y para mover un circo de un sitio a otro requiere que todas y cada una de sus partes funcionen con la precisión de un reloj y revierten una complejidad increible.
El Circo Atayde se fundó cuando Porfirio Díaz era Presidente de la República y ha visto a través de las diferentes épocas, ver como caen y se levantan gobiernos, como cambian regímenes y como van y vienen los partidos políticos, hemos pasado crisis económicas severes y últimamente una competencia brava de cientos de formas nuevas de entretenimento, pero a pesar de todo esto el circo puntualmente levanta sus carpas para entretener a la gente.
Y pues los dipudados del Estado de México el año pasado, y los de el Distrito Federal en estos días, prohibieron el uso de animales en el circo, dudo mucho que haya sido por una firme convicción ambientalista sino por algún cálculo político que algo de agua les llevó a su molino...
La Cámara de diputados, ciertamente que no es un Circo, es un chiquero... Que probablemente le hayan dado un golpe de muerte a estos lugares... ¿Maltrato a los animales? Solo basta ir un día a rastro de Ferrería, o a la matanza de chivos en octubre en Tehuacán, para ver lo que es verdaderamente maltratar animalitos.
Y las carpas del viejo circo se tambalean, las lágrimas le borran el maquillaje a aquel payaso de cuarta generación, cuyo único oficio es hacer reír y la única vida que conoce es la vida de nómada de los saltmbaquis ambulantes... El anunciador con voz de trueno y la ropa parchada anuncia la última función ante una galería casi vacía, huérfana de risas y asombro infantil... Al dueño del circo le crecieron los enanos y lo chingaron los diputados, que ríen, engordan, se autocomplacen con billetes robados, a expensas de los cirqueros...
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